lunes, 7 de diciembre de 2009
El peligro de las bandas callejeras
Es increíble ver que cuando voy al bar de siempre a tomar el café de todas las tardes ya no me deleito simplemente hablando con los colegas, sino que quizás veo un periódico arrugado en la barra y lo cojo por “si a caso” me puede servir para Intervención.
Mis amigos me dan por imposible y ya acaban cogiendo el periódico por mí =)
No me había dado cuenta del tiempo que ha pasado desde que empezamos, sabía que me quedaban artículos por introducir, pero lo dejaba para otro día, no por pereza sino por aportar en el blog algo de mi impronta personal
Ahora que estoy en mi habitación y he leído por segunda vez “La calle es nuestra”la verdad no sé por dónde empezar.
Siempre he tenido la sensación de que cuando cerraba la puerta de mi casa para irme a dormir, la calle dormía a la vez que yo, que se paralizaba el mundo hasta que yo ponía el pie en el suelo a la mañana siguiente, pero nada más lejos de la realidad, el tiempo corre, la vida no se detiene…
Este artículo cuenta la historia de un chico solitario cuya vida no ha sido precisamente algo fácil. Por alguna razón empezó a introducirse en el mundo de los pandilleros, en un mundo donde es fácil entrar pero complicado salir.
Podemos encontrarnos con tres momentos claramente diferenciados en esta historia:
Primeramente el chico se encuentra solo, desamparado, le faltan apoyos y comienza a tener problemas, por lo que se encuentra en una zona de vulnerabilidad, es decir, en una situación de flaqueza.
Seguidamente, comienza a ser un joven conflictivo, agresivo, mal hablado…es en el momento en el que ingresa en la pandilla callejera. Es obligado a perseguir a otros chicos con todo tipo de armas, piedras o cadenas, a dar palizas, a pelearse con pandillas enemigas…
Por último se introduce en un período de estabilidad que se produce cuando se da cuenta que lo que está haciendo realmente no le complace, siente vergüenza de sus actos.
Cuando tuvo la valentía de apartarse del mundo que le había absorbido, le llovieron las amenazas de los que creía amigos suyos “Cuando entra no se sale, al menos vivo”
Estas amenazas se denunciaron a la policía quienes dieron protección al menor y a su familia.
Él ingresó en un centro de menores. Hace más de un año de todo lo sucedido, el chico salió del centro pero las amenazas no desaparecen “Si la guerra de bandas se desata, me tendré que posicionar en una de ellas, es la única forma de mantenerme con vida” aclara.
Como futuro y posible salida piensa presentarse a las oposiciones de policía.
¿Posibles soluciones? Pues ayudándome de mi opinión y de algunas informaciones que he leído por Internet comienzo mi exposición personal de posibles soluciones…
Es necesario atender a las causas sociales que llevan a los menores a toparse con este tipo de bandas (pobreza, inseguridad, ausencia de oportunidades, rechazo por pertenecer a una minoría étnica…)
Creo que somos conscientes de que no podemos eliminar en un instante las bandas callejeras, la podemos reprimir para que desaparezcan de un lugar pero pronto aparecerán en otro.
a) Siempre me han dicho “Mejor prevenir que curar”, seguro que a vosotros también, ¿no? Pues más de uno debería aplicarse el cuento, porque lo primero que siempre se ha de hacer es prevenir para reducir la probabilidad de formación de estas bandas y por lo tanto reducir también la posible incorporación de menores. Para ello es esencial la colaboración de las instituciones sociales y que los programas se adapten al contexto al que van dirigidos.
b) También es necesario aportar una serie de actividades de intervención para que los menores se integren en la vida social y acaben abandonando las bandas callejeras.
¿Cómo?
1. Realizando programas que ayuden a los menores a desarrollar habilidades que les permitan resolver conflictos.
2. Aumentando el control social de la zona donde emerjan este tipo de bandas ya que si los vecinos cuentan con medidas suficientes para intervenir, si advierten de la mala conducta de los menores, si los vecinos presentan contacto directo con familiares de integrantes…puede evitar o disuadir que algunos de los menores formen parte de este tipo de secta. Normalmente las zonas no controladas favorecen los actos de las bandas.
3. Ofreciendo formación y oportunidad de trabajo, así se intentará cambiar la escala de valores del menor y priorizar otros elementos que si no fuera por este recurso no podrían llevar a cabo.
Considero que no es sólo es necesaria la intervención policial y judicial para la erradicación de las bandas callejeras y a las pruebas me remito. Siempre se le he ha dado excesiva importancia a lo policial, claro que es necesaria pero creo que debe ser el último en intervenir, es decir, existen muchas posibles soluciones antes del sistema penitenciario y en las líneas anteriores las he expuesto.
También pienso que estos objetivos no se pueden llegar a lograr a corto plazo pues es un largo proceso en el que se encuentran inmersos numerosas personas, ideales, circunstancias… y es algo que no se borra de un día para otro. Todo esto debe plantearse a largo plazo para ir consiguiendo la plena integración de los componentes, que es lo que al fin y al cabo proponemos.
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